Brasil: Economistas se rebelan contra discurso hegemónico
El debate económico en Brasil se encuentra profundamente bloqueado y insistentemente utilizado como chantaje contra el pueblo.
Theotônio dos Santos y otros*
Diariamente gobierno y los medios de comunicación exigen el sacrificio popular afirmando que no hay salidas sin retrocesos, como la propuesta de “reforma” de la previdencia, que en la práctica líquida con la jubilación. Por eso, las propuestas que buscan solucionarla crisis a través de la distribución de riquezas necesitan volver a la superficie con urgencia y de manera contundente.
Es dentro de ese “espíritu” que un conjunto de economistas y profesionales del área económica presentan un manifiesto para ahondar el diálogo social sobre la economía, que debe servir al pueblo. La iniciativa busca promover una inserción mejor organizada en el debate público y desmontar las narrativas hegemónicas de la economía que ofrecen como única alternativa el sacrificio del pueblo trabajador.
Presentamos el manifiesto “Economistas por Brasil”, que condensa, en líneas generales, lo que podría ser una política económica de la mayoría. Se trata de un documento firmado por economistas y profesionales del área económica abierto a nuevas adhesiones (acceso aquí)
Economistas por Brasil
La riqueza brasileña
Somos más de doscientos millones de brasileños y brasileñas de orígenes diversas, con una diversificada producción cultural y una fuerte resistencia. La gente brasileña es nuestra mayor riqueza. Pero no la única.
¡Nuestro país no es pobre! En los más de ocho millones de kilómetros cuadrados del territorio nacional hay gigantescas riquezas naturales. Tenemos inmensa capacidad hídrica (navegable y potable) y el mayor índice de incidencia de energía solar del mundo. Esas dos riquezas combinadas son las principales fuentes de vida, de energía limpia y renovable y de producción de alimentos.
Nuestro territorio nos ha legado también importantes yacimientos minerales como hierro, bauxita, manganeso y, contra todas las proyecciones antinacionales, el petróleo. Tenemos también casi el monopolio del niobio, mineral esencial para la producción de productos micro electrónicos y aceros especiales.
¡Brasil no es pobre! Siempre ha sido productivo. Hemos sido una de las colonias que más promovió la riqueza de las metrópolis, mismo antes de la descubierta del oro, del ciclo del café y de la industrialización. Hoy producimos la novena mayor riqueza del mundo. Somos aún, a pesar de todos los retrocesos, la novena mayor industria mundial.
Más de lo que es posible, es necesario orientar colectivamente sus potencialidades para combatir la crisis actual, hacer las transformaciones estructurales necesarias, promover y satisfacer las necesidades de nuestra comunidad nacional.
La economía contra el pueblo
El enorme potencial económico del país no es utilizado a favor del pueblo. Todas las potencialidades son ocultadas con un discurso de crisis que nos presenta como un país pobre cuya única alternativa es la manutención y el ahondamiento del sacrificio popular.
El discurso económico se ha tornado, en los últimos años, la principal arma política de la minoría rica y poderosa contra el pueblo. En nombre de la economía, y de una falsa salida para la crisis, están tirando nuestros derechos, corroyendo el presupuesto público, entregando instrumentos de soberanía nacional y de desarrollo económico.
La solución de los problemas de la vida del pueblo brasilero no puede ser secundada, no puede ser un desdoblamiento de la solución de los “problemas económicos”. Las cuestiones económicas no están separadas de las cuestiones sociales y mucho menos políticas. El discurso que las separa esta interesado en se apropiar de la economía para mantener y ahondar los privilegios de una minoría explotadora, gananciosa y mezquina que controla nuestro país desde hace siglos.
Para eso contratan innúmeros de asesoras, diplomados y PHDs que crearon una gigantesca estructura ideología, aparentemente técnica, exento y neutral con el fin de ocultar nuestras inmensas riquezas y la evidente razón política de nuestra pobreza. Eses “especialistas” transforman la ciencia económica en tema solo para iniciados, pues la “tecnificación” del discurso es un método eficaz para alinear el pueblo del debate. Creado el repertorio ideológico que conduce el pueblo a la apatía y a la no reacción, lo repiten diariamente a través del monopolio de los medios de comunicación. Para ellos, el problema somos nosotros. Nuestra resistencia y lucha perjudica sus lucros.
¡Ante ese discurso, que coloca a nosotros como problema, nos ofrecemos como solución!
Por una economía al servicio del pueblo
Solucionar los problemas sociales es el objetivo de cualquier economía democrática. La producción de riqueza no es un fin en sí, más un medio para alcanzar el bienestar social y la felicidad. En el ámbito de una nación eso significa orientar la economía de acuerdo con las necesidades y los intereses de las mayorías. La economía debe estar a servicio de su pueblo y no el pueblo a servicio de la economía.
Pero eso ocurrirá sólo en la medida en que el pueblo retornar a la escena política y volver a reivindicar el poder. No existe una única solución para las ecuaciones económicas actuales. ¡Existen varias! Las medidas propuestas por el actual gobierno se destinan a resolver el problema del piso de arriba, de los ricos que tomaron por asalto el poder nacional. Está claro que los problemas económicos actuales son de naturaleza política. Falta dinero para nosotros, pero sobra para los grandes monopolios y para las negociadas palacianas. El problema económico es claramente un problema de la política, un problema de poder, por lo tanto. Los problemas económicos se los solucionarán solamente a favor de las mayorías cuando estas controlaren al poder político. Para contribuir con ese proceso es que lanzamos este manifiesto.
Es necesario enseñar a todos y a todas que no caben más ilusiones.. La salida de la crisis no reside en las fórmulas fracasadas de austeridad fiscal, que solo lleva a la recesión y la ampliación mayor aún del desempleo y de la pobreza. La salida de la crisis pasa, entre otros, por profundas reformas que beneficiarán al pueblo brasilero y para eso será necesario ampliar la lucha social. Por una nueva política económica fundada en la ampliación de los gastos en infraestructura y servicios sociales básicos, buscando el aumento de la demanda, de las inversiones, del empleo y de los salarios. Lo que cabe ahora, además de demostrar nuestra indignación y revuelta, es contribuir decisivamente para que las personas tengan conciencia de que es posible una vida mejor y se den cuenta de que los cambios que necesitamos serán fruto de amplias luchas sociales, construyendo una salida para la crisis.
El momento exige un programa económico de raíz nacional y popular, que sirva a los intereses de la mayoría de la sociedad brasilera. Que ponga Brasil como un vector de la integración económica, política, social y cultural en América Latina, fundado en la solidaridad, en el cooperativismo y en la sustentabilidad. El Estado, controlado por la sociedad, más que asumir un papel de inductor del desarrollo sustentable, del bien vivir y de la justicia social, debe incentivar las diversas iniciativas populares que resisten, a pesar de la dominación económica de los grandes monopolios y conglomerados.
Para eso se necesita una amplia alianza de los sindicatos y centrales sindicales, de los empleados públicos, artistas y colectivos de cultura, Universidades, Movimiento Negro, Feminista, Indígena, LGBT, estudiantil, de los barrios, de los parlamentarios democráticos y de sectores empresariales que se asocien al desarrollo y justicia social del país.
Es necesario elaborar un proyecto de soberanía y autonomía que enfrente la condición de dependencia y de subdesarrollo de Brasil, a partir de un amplio compromiso que fortalezca, entre otros, la salud y la educación pública, que promueva la paz en lugar de la guerra del estado contra su pueblo, que promueva la soberanía alimentar, valorice la habitación popular y el transporte público e, de un modo general, eleve la autoestima y las condiciones económicas, sociales, culturales y espirituales del pueblo brasileño, desmercantilizando las relaciones sociales de manera progresiva.
Creemos que es necesario crear un amplio debate sobre los rumbos de nuestra economía, dialogando en los barrios, en las iglesias, ahondando la consciencia sobre la economía nacional y forjando en el seno del pueblo un programa económico viable que apunte salidas inmediatas para la crisis brasilera. Proponemos a los economistas comprometidos con los intereses nacional y populares a que se lancen en ese proceso, a confiar en el diálogo y el aprendizaje junto al pueblo para construir en conjunto una salida para la crisis.
Lanzamos abajo algunas propuestas con la intención de estimular el debate y no como fórmula acabada que deberá ser seguida por todos. Nuestro único fundamento innegociable es combatir la política económica que explota y empobrece el pueblo y crear un programa económico que sea a favor de la mayoría de la población brasilera. Para eso seleccionamos 11 objetivos y sus fuentes de financiamiento para una nueva economía de combate a la crisis social y de avance en las reformas estructurales.
- Garantizar el empleo y recuperación de los salarios.
- Promover la distribución de la renta y de la riqueza, erradicar la miseria y la pobreza.
- Educación pública de calidad, en todos los niveles, para toda población.
- Salud pública de calidad para toda población
- Democratizar la justicia, por la Paz social.
- Alimentos sanos para toda comunidad.
- Vivienda y transporte.
- Ciencia y Tecnología.
- Promover la integración nacional y infraestructura.
- Hacer la Reforma Agraria y Reforma Urbana.
- Soberanía nacional y superación de la dependencia externa.
Son objetivos factibles. Para alcanzarlos, como presupuesto, hay que revocar la Enmienda a la Constitución 95 que impuso un teto de gastos por 20 años para los gastos primarios, el desmonte de los derechos laborales e impedir la aprobación del desmonte la Previdencia. También se debe barrar las privatizaciones que abandonan activos públicos estratégicos, así como se debe impedir la entrega de la reserva amazónica.
Hay que contar con los siguientes instrumentos de financiación y ejecución.
- Reforma Tributaria que le cobre más a los que tienen más y menos para los que menos tienen.
- Cobrar efectivamente la Deuda Activa de la Unión.
- Combatir la elisión de impuestos.
- Reducción de la tasa básica de interés (Selic)
- Auditoría de la deuda pública y recomposición de la capacidad de endeudamiento público, de modo que sirva para inversiones productivas y no al parasitismo financiero.
- Venta de parte de las reservas internacionales.
- Readecuación del saldo de la Cuenta Única del Tesoro.
- Declaración de nulidad de la deuda de los Estados y Municipios y revisión del pacto federativo.
- Fortalecimiento de los Bancos Públicos.
- Controle democrático sobre el Banco Central.
- Avanzar en el combate a la corrupción.
- Controle de capitales y del cambio.
- Controle nacional de sectores estratégicos: energía, minerales, comunicación, agua y química.
Esa es nuestra propuesta inicial para una discusión democrática y republicana. Son soluciones factibles para iniciar –aquí y ahora- la alternativa popular para la crisis y fincar las semillas de una nación socialmente justa y políticamente soberana. Los pormenores de esa propuesta serán desarrollados durante el debate y se puede ver en el portal del Manifiesto (pulse aquí)
*Theotônio dos Santos es del grupo de fundadores de Diálogos del Sur.