Los “Neopentecostales”: origen, ascensión y tendencia totalizante
Carlos Russo Jr*
Entre los momentos más significativos de la historia de la humanidad están aquellos en que surgieron las religiones. La idea que brota casi siempre de un único cerebro, transborda alcanzando centenares, miles y millones. Es precisamente ese el caso de un enorme conjunto de sectas religiosas, denominadas genéricamente de “religiones neo pentecostales”, que se desarrollaron en los Estados Unidos a partir de la última década del siglo XIX y arrebatan, en el siglo XXI, parcelas creciente de la humanidad en casi todos los continentes.
Los neo pentecostales abarcan más de 19 mil denominaciones y congregan más de 300 millones de seguidores. Poseen media televisiva y fuerte presencia en todos los demás canales de divulgación en masa. Ejercen influencia en la vida política de las naciones, componen bancadas parlamentarias cada vez más influyentes. ¡Por veces su blanco es el poder central de la República!
Se estima que las sectas en general mueven más de 30 mil millones de dólares anualmente, buena parte de los cuales exentos de impuestos y al margen de los controles formales.
Se encuentran en esas creencias religiosas muchos hitos comunes, como por ejemplo, “la doctrina de la prosperidad” y de la “confesión positiva”; emplean conceptos comunes como “pobreza y enfermedad derivan de maldiciones, de fracasos, de vidas en pecado o de la ausencia de fe religiosa”, y, en consecuencia de esos preceptos, un “verdadero cristiano”, debe tener la marca de la fe plena, ser bien sucedido financieramente, poseer salud física, emocional y espiritual.
Otro hito común en la mayor parte de las sectas es la permanente batalla espiritual entre los componentes de la “santísima trinidad” y el Demonio, provocando un renacer de conceptos medievales, tales como la confrontación directo entre el hombre y los demonios, las llamadas maldiciones hereditarias, la posesión de los creyentes por fuerzas “magnéticas” del mal. No pocas veces los “pastores” o “médiums” realizan “salvaciones milagrosas” para enfermedades síquicas o físicas, llegando al punto de negación de la materialidad de los males que afligen a los hombres.
También han desarrollado formas arcaicas de enfocar la fe religiosa, con foco en la búsqueda de revelaciones directamente hechas por dios o por el espíritu santo a sus “pastores”, “obispos” o “apóstoles” , relaciones de privilegios en que el rebaño es llamado a inserirse.
Unen las más variadas sectas aspectos socialmente reaccionarios como los preconceptos claros o encubiertos contra la homosexualidad y sobr la posibilidad de la mujer decidir sobre su propio cuerpo.
Muchas de las sectas, en una búsqueda que es casi siempre totalitaria, claman por la exclusión del Estado laico, vinculando, por ejemplo, la educación a las formas del creacionismo bíblico. El contrapunto de esas filosofías que niegan la realidad y la evolución que mistifica el concepto del divino, en su más crudo materialismo fundado en una estrecha alianza del espiritual con el dinero y los créditos bancarios. Sustituyen la enseñanza de Cristo “dale a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios”, por un avatar que no es exclusivo, pero que en ninguna religión es tan explícito: una moneda en que de un lado tiene la figura de Cristo e del otro lado la imagen del dinero, preferencialmente el dólar.
En la origen de los neo pentecostales, las semillas que germinaron
La fleja de la historia apunta para la “Ciencia de Cristo”, como la inspiradora de todas las religiones neo pentecostales subsecuentes. Esa secta, fundada en 18896 por Mary Baker Eddy, posee todavía hoy, un siglo después de la muerte de su fundadora y “imperadora”, casi 1.900 iglesias, con presencia en 76 países. La “biblia” del movimiento, escrita por la fundadora se denomina “Ciencia y Salud con Llave en las Escrituras”, un best-seller por décadas. En 1995, “Mother Mary” ha sido incluida en el Hall de la Fama de Hollywood y, en 2002, una biblioteca con su nombre y totalmente dedicada a sus escritos ha sido franqueada al público.
La “gran basílica” inaugurada en 1906, tiene capacidad interna para abrigar 20 mil creyentes. En São Paulo el “obispo” Macedo, emulando su matriz, construyó el “Templo de Salomón” con capacidad para abrigar 10 mil personas.
El periódico publicada por la “Ciencia de Cristo”, “El Monitor” ganó a lo largo de los años siete premios Politzer, asumiendo en algún momento histórico inclusive una posición progresista y respetable en defensa de los derechos humanos, después de más de 50 años de la muerte de su fundadora. De manera general se puede decir que esa creencia, es la gran precursora de las sectas neopentecostales, en el discurrir de los años perdió su belicosidad inicial y se acercó de las corrientes evangélicas más tradicionales, tornándose menos autoritaria y excluyente.
Pero sus semillas originales de intolerancia y ganancia generarían miles de otras sectas. La “Ciencia y Salud con Llave en las Escrituras” influenciará directamente, en la primera década del siglo XX, hombres como E W Kenyor, el inspirador de la “Teología de la Prosperidad”, y K Hagin, fundador de la primera “Asamblea de Dios”, que inauguró después de haber sido bautizado por el mismo “espíritu santo”, en 1937.
De la misma manera, “Ciencia en Cristo”, inspirará el Tele evangelismo, que desde los años 1980 utiliza innúmeros canales de televisión comercial, en que se presentan prestidigitadores como el ya mencionado “obispo” Edir Macedo. Es paradigmático en Brasil: investigador del Instituto Brasilero de Geografía y Estadística en la década de 1970, católico de nacimiento, tuvo su “revelación” en 1976 y en 1977 fundó la “Iglesia Universal del Reino de Dios”.
Regresando a Mary Baker. Nació de familia pobre, en 1821. La niña físicamente frágil, con dificultad en seguir los estudios los abandonó prematuramente, antes de terminar el primer grado. Transformada en una adolescente indolente que le gusta llamar la atención de sus familiares sobre si mismo, con aire incontenido de presunción y superioridad. Cada vez que la contrariaba sus parientes, devolvía con “ataque los nervios” que le va seguir por toda la vida, como su método personal de tiranizar las personas. De todo modo, la señorita llegará a la edad adulta sin jamás haber trabajado, ni mismo en los quehaceres domésticos.
Para alivio de sus padres y hermanos, Mary se casó a los 22 años con un joven llamado Glover. Viajaron para el oeste y establecieron un hogar. Pero por uno de esos azares de la vida, después de un año y medido de casada y encinta, se le muere el marido. Ella regresa a la casa de los padres y vuelve a sufrir los “ataque nerviosos”. Nace su hijo y pronto ella descubre que la maternidad es un “servicio” que nada le provoca y decide deshacerse del niño.
De nuevo se repiten las escenas de la adolescencia en que nadie se atreve a contradecirla para evitar los conocidos ataques. Seguirá llevando una vida parasitaria hasta los 50 años de edad, mantenida primero por su padre, después por su hermana y finalmente por la caridad ajena. Pero aún estamos lejos de esa época. Mientras tanto, descubre que puede tranquilizarse en una silla de balance, y a los 30 años de edad esa genial actriz de un mundo patológico, representando la parodia del eterno sufrir, permanecerá acostada casi todos los días y noches.
Mientras transcurre todo eso, en la lejana Portland, llega un discípulo del alemán Messmer que trae para América la novedad del hipnotismo, una alternativa para sanar los males del espíritu. Un relojero de nombre Quimby se interesa por el método y comienza una investigación en qu anota todos los efectos de la hipnosis sobre los “médiums” y enfermos.
En su simplicidad, Quimby se da cuenta de que puede ayudar a las personas enfermas, mismo sin la utilización de la hipnosis, y que también puede vivir de esa “ayuda”. El ahora doctor Quimby, desarrolla su propio método que denomina “Cura por la mente”, como “Jesús Cristo hiciera antes de el, dieciocho siglos atrás”. Mary Baker escucha la noticia de los resultados de eses tratamientos y decide que quiere curarse. En 1862, logra sacar dinero de su familia y viaja hacia Portland, sometiéndose de cuerpo y alma a Quimby.
Ella tenía predisposición para el “milagro” del doctor Quimby; además, arranca de si misma la “voluntad de tener salud”, puesto ser aquella su última chance para que pudiera ocurrir un “prodigio” haciéndola “crecer por encima de todos”. Volver a la casa todavía enferma seria objeto de desprecio, pero su regresara curada, sería el prodigio.
Después de una semana de tratamiento, la invalida está completamente curada; rejuvenecida y hace que emerja de si misma una energía que la hará, muy pronto, sojuzgar y hacerse seguir por millones de personas. Logra que Quimby le pase todas sus notas, las preguntas y respuestas de sus investigaciones y las copia en la noche. Por primera vez en su vida siente pasión por algo.
Al regresar a la casa de su hermana, Mary Baker es una persona que “resucitó como Lázaro” en su propio decir y hace de Quimby “un continuador de Cristo”. Sobre esas practicas empieza a dar palestras, promover demostraciones, ensayos de lo que hará verdaderamente más adelante. Ella parte de New-Hampshire, donde nadie más la mantendrá, y viaja con su pequeño maletín para la vecina ciudad de Lynn.
Todavía faltan algunos años para que se transforme en la mujer más bien sucedida del principio del siglo XX. Mientras tanto, caminará de casa en casa como un parásito. Personas simples la acogen como a una peregrina, la “profetiza” que habla de curas maravillosas. Pero en ninguna estada durará mucho, pues Mary Baker no pese el mínimo sentimiento de gratitud para los que la ayudan y alimentan. Siempre estará intentando sojuzgar y utilizar a todos que le dan abrigo. Su carácter dominador, tiránico, suscita siempre conflictos y desavengas con las personas, inevitables consecuencias de una presunción incontenida.
Tiene conciencia de que por su temperamento instable e irritable es incapaz de “hacer curas por la mente”. Para eso sería necesario empatía, tranquilidad, dominio de sí e la paciencia de un Quimby. Sigue luego buscando aquél que “desee aprender a curar a los enfermos”. Su primer discípulo surge en 1870, un joven obrero de nombre Kennedy. Hacen un contrato escrito en que cada uno quedará con mitad de los ingresos. Ella lo entrena en su “ciencia”. Ocurre entonces la unión entre Cristo y el dólar. Falta ahora el poder.
La pareja alquila una oficina que también servirá de vivienda. El practicando su “medicina” (el árbol de frente gana un cartel: “Dr Kennedy – Ciencia de Cristo”) y ella escribiendo y a todo controlando.
El éxito es tan grande que en tres meses alquilan también el piso de abajo. El plagio de Quimby es absoluto. Kennedy memoriza y repite: “Que el hombre es divino, que Dios no quiere el mal y por lo tanto, el dolor, el mal y la enfermedad no existen. Los males no son sino que imaginaciones, un error de que la gente tiene que se librar”.
En determinado momento Mary Baker decide que Kennedy ya no le basta. Quiere reunir más apóstoles que lleven al mundo la no existencia de enfermedades. La maestra de la “Ciencia de Cristo” comienza a formar a sus “médicos” en cursos de seis semanas de duración. El éxito de Kennedy, que llega a arrecadar doce mil dólares por mes, atrae docenas de obreros y pequeños comerciantes para los cursos. De inicio ella cobraba 100 dólares pero luego pasó a cobrar 300 dólares por el curso y, por contrato, 10% sobre todas las ganancias futuras.
Mary Baker siente el aura del suceso y desde ese primer momento intenta registrar patente de sus “descubiertas” y convertirlas en dólares. En su creencia no existe materia, solo espíritu, sin embargo las células bancarias son más que reales para esa mujer.
Después de dos años de sociedad Mary Baker quiere librarse del pacífico Kennedy. Repentinamente ella suprime la práctica de tocar en el paciente, en que Kennedy estaba entrenado. Era la primera de las muchas excomuniones que haría: de sus labios en convulsión salían todas las monstruosidades imaginables. Atribuye a Kennedy un tal de “influjo diabólico”, que es la misma necromancía medioeval renacida. Con ese procedimiento su “Ciencia de Cristo” tendrá más un hito de sostenimiento: “el magnetismo animal malicioso”.
Mary Baker se auto promueve como “la enviada de Dios para guiar su rebaño en la tierra”. Todos los domingos reúne sus discípulos para la prédica dominical, acompañada por música coral y piano. Asciende de profesora a sacerdotisa, transformando su práctica terapéutica en sacerdocio.
Niega para siempre todo su pasado y apaga cualquier memoria de que un día hiciera a Quimby, “quien jamás conociera”. Pasa a crear una “leyenda aura” sobre si misma, pasa a recontar su infancia adonada con entrevistas con ángeles y con Juana D’Arc. Define el año 19766 como el momento de su gracia (después de la muerte de Quimby, naturalmente) cuando el Señor le apareció directamente y inspiró la “Ciencia de Cristo” y las leyes divinas de la vida.
Mary Baker y su metafísica entran para el reino del absurdo y en ese movimiento lanza las piedras fundamentales de todas las futuras sectas neo pentecostales de los siglos XX y XXI.
Ella volverá a casarse y el tercer esposo será uno de los discípulos, ahora apóstol, Gilbert Eddy, en 1887.
Millonaria, Mary Baker-Eddy sabe que todas las religiones, en su etapa embrionaria, no pueden permitir cismas, puesto que pueden destruir todo el edificio. Contra todos aquellos que buscan caminos independientes, además de la excomunión, mueve contra ellos la justicia de los hombres. Llegó a procesar un ex apóstol por brujería, eso casi en el siglo XX. El juez encargado del caso sonreí delante aquella mujer delgada, cabello gris, colérica y que no se contiene de odio, y que se dice “enviada por el espíritu santo”. El juez se declara incapaz de juzgar temas cabalísticos y encierra más uno de sus procesos.
La prensa comienza a indagar sobre el origen de tal sacerdocio y el prestigio de Mary Baker-Eddy, amenaza derrumbar en la pequeña Lynn. Toma entonces una de las grandes decisiones de su vida. Buscará nueva ciudad, grande lo suficiente para sus proyectos. Con todo el dinero acumulado trasladase para Boston, cargando apenas su marido Gilbert, cuya salud no resistirá. La viuda, de nuevo sola, declara que la muerte de su esposo ocurrió debido a “arsénico metafísico”, un veneno mental transmitido por los demonios excomulgados por su fe.
En Boston adquiere un predio de tres pisos, en la avenida Colombo, la más elegante de la ciudad. Promueve un decorado con cuadros y tapicerías. Sus discípulos son ahora personas “requintadas” y no más los pobres de Lynn. Su nueva escuela es bautizada como “Universidad Metafísica de Massachusetts”, con autorización para funcionar comprada de los agentes del Estado de Massachusetts.
Todos los domingos Mary Baker-Eddy sube al pulpito y el público que abarrota su universidad-iglesia queda sin aire ante su ardiente oratoria. A partir de entonces se dejará ver solamente en momentos especiales, creando en su entorno una aureola de misterio y encantamiento. Para evitar tropiezos con el pasado, construyó barreras protectoras que la separan de lo que ha sido y de lo que es: son secretarios, recepcionistas, abogados.
Ella también conoce muy bien los Estados Unidos de 1890 y sabe que aquél que desee conquistarlo deberá primero ganar la conciencia de las masas, con el ensordecedor sonar de la propaganda. Sabe también como lo sabrán todos los futuros lideres de las Sectas Neo Pentecostales, que cualquier producto debe buscar satisfacer a sus consumidores, identificar sus necesidades y crear nuevas. Así, Mary Baker-Eddy hará uso y abuso de la publicidad.
Creó el primer servicio de atendimiento telefónico-religioso. En seguida fundó el “Diario de la Ciencia de Cristo”, que con alas de mercurio, llegará a todos los rincones de América del Norte, con las buenas nuevas de las curas de Boston, un nuevo método de medicina universal.
De Nueva York, Filadelfia y New Jersey llegan los enfermos, muchos de los cuales se tornarán apóstoles de la nueva doctrina. Y cada nuevo “doctor” trabajará para aumentar las suscripciones del periódico. Y desde entonces, nuevos alumnos siempre afluirán a Boston.
Todo el dinero de las donaciones recogidas por la Universidad y los porcentajes pagados por la Academias va para la cuenta de “Mother Mary”. Decenas de millones de dólares que se aplicarán en construcción de templos magníficos y esplendidas mansiones de retiro.
La codicia de Mary Baker-Eddy no encuentra límites y por eso la “Ciencia de Cristo” será organizada dentro de las mejores bases comerciales y contará con profesionales en áreas claves. Luego surgirán suvenires, imágenes, fotos autografiadas de la fundadora, más y más libros, folletines y hasta mismo objetos domésticos.
El prestigio de Mary Baker-Eddy aumenta día a día. Cada vez que aparece, un público de diez, quince mil personas se juntan para oírla. En Chicago organizó su primera “Fiesta del Espíritu”, en 1888, que fue el auge de su consagración. Mary se asume como “La profetiza” y decide construir el “Templo de la Profetiza de Cristo”. ¡Es su santificación!
Al se abrir las ventanas del siglo XX, la iglesia de Mary Baaker-Eddy, está entre las cuarenta mayores empresas estadounidenses, y una de las diez más lucrativas.
Llega la hora de la profesionalización. Mary Baker define una organización absolutamente piramidal de poder y de ganancias. Crea un “Bord of Directors”, del que asume la presidencia, y todas las centenares de iglesias implantadas tendrán de mantener obediencia irrestricta a la “Santa Madre Iglesia”. Instrucciones específicas garantizan porcentajes de repartición de los lucros, métodos de contabilización de los resultados impiden cualquier tipo de herejía doctrinaria. ¿Alguien tiene duda a respecto de quien ha inspirado el “obispo” Edir Macedo?
Así como el juez de Lynn le ha desnudado la hipocresía y la paranoia pecuniaria, ahora surgiría la voz del periodista, humorista e intelectual Mark Twain, a desenmascararla: Como Mary Baker afirmaba que el libro “Ciencia y Salud” había sido dictado por Dios, ¿por qué cobraba derechos autorales sobre algo que solo a la divinidad sería debido?
Mark Twain jamás abandonaría sus críticas mientras viva ella estuviese. Denunció en la prensa como una patraña la religión que solamente se ocupa en acumular dinero para si misma y sus miembros, sin jamás se preocupar en practicar la caridad o en poseer un mínimo de altruismo.
Las respuestas de Mary Baker-Eddy a cualquier cuestionamiento han sido siempre total cinismo, cuando no de cólera. Por ejemplo, dijo que “Dios le ordenara cobrar por cada gracia requerida, pues el cordero, para obtener la gracia, tendría que sacrificarse, antes, pagando”. Hoy se escucha esa misma frase reverberar en los tempos neo pentecostales.
Tan solo la vida sería capaz de desmitificar la gran charlatana: ella envejece, pierde los dientes, los miembros se le entorpecen, surge la dificultad de habla y ya no escucha lo que le hablan; los pelos se rarean y las arrugas ahondan. ¿No es su religión que afirmaba que la enfermedad y la vejes no existían?
Las dimensiones de sus negocios son colosales. Cuando la fundadora completó 80 años, su iglesia contaba con más de cien mil discípulos practicantes. Los templos de piedra y mármol diseminados por todas las Américas. También en Europa surgían más y más adhesiones y la fortuna personal de la “Mother” se estimaba en más de diez millones de dólares, valores de la época.
A los 82 años, Mary Baker-Eddy, encaró el desafío, lanzado en el
Templo de Nueva York: construir una basílica, mayor que el templo de Nueva York para la congregación de las iglesias. Esa basílica constituye hoy uno de los más bellos edificio de Boston, construida con donaciones que llegaron a dos millones de dólares, con capacidad de abrigar veinte mil creyentes. Ha sido inaugurada en 1906 teniendo como fondo musical el cantico: “Pastor, muéstrame el camino”. Cantico modificado, pero siempre repetido por las nuevas sectas en los últimos cien años.
Las muchas veces billonaria Mary Baker-Eddy murió en el auge de su fama, dueña de inmenso poder no solo sobre su religión, pero también, sobre gran parcela de los congresistas estadounidenses, a los 89 años de edad, en 1910.
La senda abierta por Mary Baker-Eddy es disputada en los días de hoy por casi 19 mil sectas, algunas de gran éxito, utilizando las misas bases metafísicas por ella introducida hace más de un siglo y que pueden ser sintetizadas en la unión maquiavélica y perniciosa de la religiosidad con el dólar, en la exploración de la creencia popular y en la búsqueda por el poder terrenal.
*Colaborador de Diálogos del Sur