En Perú la muestra Moderna para Siempre
La exposición Moderna para Siempre – Fotografía Modernista Brasilera, de la Colección Itaú Cultural, estará en Perú del 21 de abril a 18 de mayo, en la Galeria Municipal de Arte Pancho Fierro, como parte de la II Bienal de Fotografía de Lima. La apertura de la muestra ocurre el 21 a las 19:30 horas.(www.bienalfotolima.com)
Con curaduría del fotógrafo Iatã Cannabrava, la exposición contiene parte del acervo de obras de arte del Itaú Cultura, con trabajos de artistas como José Yalenti, José Oiticica Filho, Graldo Barros, Marcel Giró, Thomaz Farkas, Lorca, Ademar Manarini e Paulo Pires. La muestra estuvo en la capital de São Paulo y también de otros Estados brasileros, además de México y Paraguay.
Acervo
El acervo de Itaú Culturalcontiene más de cien fotografías modernistas, con destaque a trabajos realizados entre las décadas de 1940 y 1970, como los el Foto Cine Clube Bandeirantes, creado en 1939. Además, posee cerca de 12 mil ítems entre pinturas, gravados, esculturas, fotografías, bilmes, vídeos , instalaciones, ediciones raras de obras literarias y otros piezas reunidas a lo largo de más de 60 años y cubren toda la historia del arte brasilera – además de importantes períodos de la historia del arte mundial.
Servicio
II Bienal de Fotografía de Lima
Moderna para Siempre – Fotografía Modernista Brasilera de la Colección Itaú Cultural
Galería Municipal de Arte Pancho Fierro
Pasaje Santa Rosa, 114 – Lima
Del 21 de abril a 18 de mayo
Martes a domingo, de 10 a las 20 horas
Habla el Curador
La fotografía nace tecnológica, juntamente con las metrópolis, los grandes descubrimientos científicos y principalmente el capitalismo, que nace con la obligación de transformar todo y a todos.
En pocos medios como en el fotográfico está tan presente la eterna polémica sobre los límites del arte, del documento o de la ciencia. Los modernistas brasileños llevaron esta discusión al laboratorio fotográfico haciendo de sus juegos alquímicos, legítimos debates sobre el lenguaje fotográfico. Incluso se atrevieron a ver el mundo de manera subjetiva en plena posguerra. En este punto vale la pena recordar que el modernismo brasileño es un modernismo tardío; el movimiento arranca en Brasil en la década de 1940, los vecinos países de Europa lo hicieron dos décadas antes.
Distantes en el tiempo histórico, estos movimientos tienen un evidente carácter rupturista con el tradicionalismo, al proponer una nueva lectura estética y un alejamiento crucial de la cultura vigente e institucionalizada en una expansión sin precedentes en la historia de la imagen.
Las vanguardias europeas, que convocan en el cubismo y en el surrealismo, abrieron sus fronteras en la década de los 20, pero en una redefinición de fotografía - de una “fotografía moderna” brasileña - su florecimiento surgirá en años posteriores corriendo en paralelo a movimientos como los de la escuela de la Bauhaus, o movimientos como los de artistas tales como László Moholy-Nagy, que fueron pioneros en la inclusión de la fotografía, abriendo las puertas para jóvenes como Lux Feininger.
Entrevemos similitudes entre los contrastes cromáticos de Henri Matisse (1869-1954) y las imágenes que José Yalenti extrae de la arquitectura, por ejemplo. Como él, encontramos representantes ejemplares de ese período, como German Lorca, José Oiticica Filho, Eduardo Salvatore e Geraldo de Barros, cuyo conexión con las artes se percibe de manera amplia y atrevida.
Fundado en 1939, el Foto Clube Bandeirantes es el caldo de cultivo de lo que los críticos van a llamar Escuela Paulista de Fotografía que rompió con las reglas establecidas en lo fotográfico y también con las estrictas normas del fotoclubismo mundial, llegando incluso al punto de que algunos miembros se retiraron o fueron expulsados de este club..
El mayor mérito de la producción modernista brasileña es tener un carácter cuestionador, mucho más que haber sacado a la luz explicaciones y lecturas de fácil asimilación. Esta exposición, armada con lo mejor del movimiento, es todo un desafío; conteniendo además como un don: una discusión mucho más amplia sobre la esencia del hacer fotográfico que rompe con paradigmas teniendo que atravesar para ello décadas de ruptura creadas por el mismo.
Aquí cabe la pregunta: ¿de qué forma se dio el proceso de creación de estos fotógrafos, qué fue lo que sucedió lejos de las estrictas reglas de la fotografía documental, en ese momento “realista”, a la que este arte se vio sumado desde sus inicios?
Las imágenes nos sugieren pistas que dan respuesta a las indagaciones más apremiantes. Éstas pasaron por diversos caminos, salones nacionales e internacionales, con etiquetas que demuestran fehacientemente que no fue sólo la manipulación de imágenes en laboratorio aquello que los modernos utilizaron como incubadora de ideas.
Los foto-clubs, las primeras redes sociales de las que tenemos conocimiento en la fotografía, con sus salones, catálogos y concursos, formaron una malla internacional que posibilitó ver lo que se hacía en los grandes centros de fotografía mundial y a su vez, mostrar lo que se producía en Brasil, anticipándose a los blogs, facebooks, o flickers de hoy en día.
Parece inevitable trazar una analogía con la arquitectura brasileña. Si por un lado la arquitectura se aprovecha del modernismo internacional, por otro ella devora, transforma y regurgita un nuevo estilo. Como dice el antropólogo y arquitecto Lauro Cavalcanti, en Moderno e Brasileiro – História de uma Nova Linguagem da Arquitetura (1930-1960), la influencia de las transformaciones sociopolíticas y económicas del mundo llegan también a los foto-clubistas brasileños, que las aprovechan para deglutir esas artes y transformarlas en una nueva fotografía, con una lectura tropical y esencialmente creativa.
Nótese que buena parte de los autores de esta muestra son de origen o descendencia europea. Muchos de ellos, refugiados de las guerras del Hemisferio Norte, contrapunto éste que convierte Brasil en un granero sin par para una producción dirigida también hacia cierto optimismo, cierta esperanza de futuro, diferenciándose del movimiento europeo, que continúa atrapado en sus dificultades más urgentes. Artistas como el catalán Marcel Giró – que una década antes de establecerse en São Paulo, en 1950, se alistó como voluntario en el Ejército republicano durante la Guerra Civil española – no se liberaron totalmente de la responsabilidad documental, forjada en sus vivencias del período entre-guerras. Aunque absorto por las formas, las geometrías y otras experimentaciones del modernismo de la Escuela Paulista, las fotografías de Giró dejan escapar la preocupación por documentar las transformaciones de las ciudades, la industrialización y la modernización.
Muchos de estos fotógrafos, como German Lorca, José Yalenti o Geraldo de Barros, excedieron los vínculos con el modernismo, produciendo longevamente y demostrando que este movimiento fue algo consubstancial, denso y de extrema importancia en el reparto de lo que después sería denominado arte contemporáneo, cuya influencia todavía hoy, reverbera en los autores más recientes.
German Lorca, en Adaime, ironiza sobre la banalidad con destreza y simplicidad. El mismo Paulo Pires, fundador de Irís Foto Grupo, de São Carlos, desnuda el edificio Copan, de Oscar Niemeyer, el mayor símbolo de arquitectura paulistana. En Linhas, consigue transitar del gigantismo de la obra arquitectónica a sus detalles más íntimos; elementos que se convertirán en constantes de los fotógrafos foto-clubistas.
Navegar entre el abstraccionismo y el surrealismo, dos formas casi opuestas, fue una excelencia de la obra de José Yalenti, encontrada en Visão Atlética e Paralelas e Diagonais. Ese estado contestatario de lo formal y de lo metódico fue desafiado con frecuencia por nuestro carácter tropical. Finalmente, nuestra fotografía no cargaba con el peso de siglos de la pintura europea.
A pesar de la informalidad, la fotografía brasileña no se distancia del rigor gráfico y la consistencia de una obra reflexiva y creativa. Ella va más allá, con preocupaciones más conceptuales, formalizando otras discusiones; como cuestionarse si lo que vemos es real o imaginario.
Pero ¿donde comienza la ilusión de la imagen y donde acaba su realidad? En su visión rupturista, los modernos recorren caminos opuestos. Pueden, por ejemplo, salir de lo abstracto para caer en la forma figurativa. Las reglas impuestas no existen, sólo las establecidas por la expresión estética. Eso es lo que podemos ver en el trabajo de Ademar Manarini o en Arabescos em Branco, de Gertrudes Altschul, una de las pocas mujeres que participaron en el foto-club de la época. La geometría y el abstraccionismo también son los conductores de Formas, de Eduardo Salvatore. A propósito de lo cuál, vale la pena resaltar aquí la importancia de este fotógrafo como el fundador de Foto Cine Clube Bandeirante y su actuación como presidente de la entidad entre 1943 y 1990.
Scavone se anticipa a la fotografía contemporánea con Abstração, una imagen de carteles de calle rasgados, en una visión futurista de los reciclajes de la actualidad, así como la obra de Manarini, que aproximándose a la escuela modernista mexicana de Manuel Alvarez Bravo, anticipa la gran fase social en la que entrará la fotografía brasileña en la década de los 60. Con Manarini, el elemento social gana singular importancia por medio de la figura humana, de lo popular e incluso de una inusitada pintada con reza las palabras: “Guerra eterna a Stalin”.
Algunas de estas obras son inéditas fuera del circuito foto-clubista y sobrevivieron a depositarios no siempre adecuados. Son ejemplos de verdaderos autores, muchos de ellos aún poco reconocidos públicamente, que experimentaron con los límites de las posibilidades de la alquimia fotográfica: fotogramas, solarizaciones, sobreexposiciones, entre otros malabarismos creativos que el cuarto oscuro permite. Con seguridad incitarán reflexiones y provocaciones.
¡Moderna Para Sempre!
Iatã Cannabrava - Curador *con la colaboración de Juan Esteves