Crisis ruso-ucraniana, relaciones EEUU-Taiwan y construccion del ordem mundial multipolar
Los efectos adversos de la guerra en Ucrania y el aumento de la tensión entre China y Estados Unidos surge como un nuevo ingrediente para el deterioro de la actual ordenación
Pese a las críticas a la visita de Nancy Pelosi a Taiwán, sus defensores argumentan que se trata de la agenda de la presidenta de la Cámara de Representantes (Diputados) de Estados Unidos, respaldada por la Taiwan Relations Act (TRA) que incorporó el antiguo Acuerdo de Defensa Mutua de 1954 y estuvo vigente hasta 1980.
En líneas generales, el TRA establece que cualquier enfoque no pacífico para la cuestión taiwanesa será interpretada por el gobierno norteamericano como "amenaza a la paz y a la seguridad de la región del Pacífico Occidental y de grave preocupación para Estados Unidos".
Así, Estados Unidos "proporcionará a Taiwán armas de carácter defensivo y mantendrá la capacidad de Estados Unidos de resistir cualquier recurso a la fuerza, o a otras formas de coerción que pondrían en riesgo la seguridad, o el sistema social, o económico, del pueblo de Taiwán".
Pelosi ha afirmado que los repetidos ejercicios militares del gobierno chino, realizados en los últimos años, han llevado al Departamento de Estado estadounidense a concluir que Pekín estaría preparando a su Ejército para unificar Taiwán al territorio chino por medio del uso de la fuerza. Algo que violaría gravemente el entendimiento estadounidense sobre la cuestión taiwanesa.
Además de la cuestión militar, Pelosi cita también la intimidación que Pekín ejerce sobre las relaciones económicas y diplomáticas de Taiwán con países y empresas. Además, la Cámara de Representantes llama la atención sobre el enfoque truculento del Partido Comunista Chino (PCC) hacia los movimientos pro-democracia en Hong Kong; la supuesta imposición de una amplia reforma cultural en el Tíbet; así como la precaria situación de los uigures musulmanes y otras minorías en Xinjiang. Ante todo esto, Pelosi ve la visita de su delegación como un gesto para reafirmar el compromiso de Estados Unidos con Taiwán en el ámbito del TRA, sin que esto pudiera, desde el punto de vista de Estados Unidos, romper los compromisos asumidos entre Estados Unidos y China en el marco de los Comunicados Conjuntos EE.UU.-China (1972, 1979 y 1982) y de las Seis Garantias.
Aunque la visita de Pelosi a Taiwán está incluida en una agenda que incluye a otros socios de la región del Indo-Pacífico (Singapur, Malasia, Corea del Sur y Japón), no hay forma de no interpretar este movimiento de Estados Unidos, también, como una acción provocadora dirigida a China, en especial ante el gran descontento estadounidense en relación con el posicionamiento dudoso de Pekín frente a las acciones del Kremlin ante la crisis ruso-ucraniana. En ese contexto, Pelosi anuncia para el mundo, principalmente para los países que adoptan una actitud de neutralidad ante el actual escenario de adversidades de la agenda de seguridad global: "De hecho, hacemos este viaje en un momento en que el mundo enfrenta una elección entre la autocracia y la democracia. Mientras Rusia libra su guerra premeditada e ilegal contra Ucrania, matando a miles de inocentes - incluso niños -, es esencial que Estados Unidos y nuestros aliados dejen claro que nunca cedemos a las autocratas".
En el transcurso de la guerra ruso-ucraniana que está a punto de cumplir seis meses, el gobierno chino viene observando la forma en que Occidente, liderado por Estados Unidos, enfrenta a un oponente de la estatura rusa, así como todos los efectos colaterales de ese conflicto. En la medida en que las sanciones económicas de Occidente sobre Rusia fracasan en su objetivo de restringir las acciones rusas en los campos de batalla, de la economía y de la política doméstica e internacional, el planeta se hunde en una espiral inflacionaria, debido al aumento de los precios de la energía y los alimentos.
Además, es forzoso recordar que la actual coyuntura de aumento del costo de vida para el ciudadano europeo - que no ve, en el corto plazo, salida a su dependencia energética de las importaciones de petróleo y gas de Rusia - tiene el poder de comprometer gradualmente la cohesión del posicionamiento europeo, en relación con el conflicto entre rusos y ucranianos. Por lo tanto, aunque los Estados Unidos y la Unión Europea (UE) mantienen sus volúmenes de inversión en gastos militares, es probable que la ayuda militar occidental a Ucrania disminuya en cierta medida en el escenario cada vez más probable de prolongación del conflicto, comprometiendo los actuales stocks de equipos militares de norteamericanos y europeos.

Taiwan Presidential Palace Handout
La presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, y la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-Wen
Principio de Seguridad Indivisible
Dicho esto, China viene promoviendo su visión de seguridad global compartida por lo que se conoció como Iniciativa de Seguridad Global (GSI, por sus siglas en inglés), que fue presentada por el mandatario chino, Xi Jinping, en el Foro Boao para Asia el pasado mes de abril. Según Xi, su propuesta busca "apoyar el principio de seguridad indivisible, construir una arquitectura de seguridad equilibrada, eficaz y sostenible y oponerse a la construcción de la seguridad nacional basada en la inseguridad en otros países". En el mismo encuentro, Xi Jinping defendió la soberanía y la integridad territorial de todas las naciones, así como el derecho de cada nación a decidir sus caminos de desarrollo y sistemas sociales.
Establecido por primera vez en el Acta Final de Helsinki de 1975, el principio de seguridad indivisible ha sido incluido desde entonces en varios tratados internacionales y documentos estratégicos nacionales. Este principio establece, entre otras cosas, que deben tenerse en cuenta las preocupaciones legítimas de seguridad de los Estados vecinos. Aunque los conceptos de la agenda de seguridad están sujetos a todo tipo de críticas, en líneas generales, mientras que el principio de seguridad colectiva (OTAN) proporciona seguridad para un número limitado de naciones por un número limitado de naciones, el principio de seguridad indivisible proporciona seguridad igual a todas las naciones, independientemente de sus compromisos políticos, económicos, o ideológicos.
Aunque Occidente ve el principio de seguridad indivisible con muchas reservas, este principio ha servido, en cierta medida, para consolidar posiciones de Rusia y China como contrapunto al tradicional régimen de seguridad global bajo el liderazgo de Estados Unidos y sus aliados. La visión del mundo de chinos y rusos ha encontrado terreno fértil en los países del Sur Global por medio de agendas promovidas por los BRICS (acrónimo del grupo formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica)o por la amplia red de acuerdos bilaterales en el marco de la Belt and Road Initiative. Para los Estados Unidos, el espíritu de la Iniciativa de Seguridad Global, basado en el principio de seguridad indivisible, puede tener un atractivo mucho más seductor hacia los países de la periferia global que pasarían a ver en China el liderazgo necesario y capaz de implementar una nueva arquitectura de seguridad global más complaciente con las especificidades económicas y sociales de los países emergentes.
A pesar de que el desarrollo de la cuestión ucraniana ha puesto a Rusia ante enormes desafíos impuestos por las sanciones económicas destinadas a socavar el apoyo político al Presidente ruso, Vladimir Putin, en el escenario nacional e internacional, el hecho relevante es que los EEUU y todo sistema internacional que diseñaron para el inmediato post Segunda Guerra Mundial están siendo contestados. Tal contestación promueve, ante nuestros ojos, una gradual multipolarización del sistema internacional. Quizás ésta sea la más grande y más explícita contestación a la Pax Americana. Por lo tanto, al igual que la agenda de seguridad de los Estados Unidos y la OTAN para Rusia ha llegado al límite de la guerra, no se puede perder de vista que Taiwán sigue siendo una fuente de preocupación para la comunidad internacional, en la medida en que el aumento de las capacidades chinas arroja luz sobre la política norteamericana de ambigüedad estratégica en sus relaciones con Taiwán y, por consiguiente, con China. Es dentro de ese contexto que la visita de Nancy Pelosi debe ser observada.
En busca de nuevas asociaciones estratégicas
La guerra en Ucrania impuso a rusos y chinos la necesidad de establecer nuevas asociaciones estratégicas, así como la de ampliar sus actuales redes de socios. Así, destacan las propuestas de ampliación del BRICS, en el sentido de atraer a su esfera de influencia global países como Argentina, Irán, Arabia Saudita, Egipto y Turquía. Del mismo modo, se busca también dar mayor dinamismo a la Organización de Cooperación de Shanghai (OSC, por sus siglas en inglés) que comprende China, Rusia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, India y Pakistán. En ambos casos, es perceptible una agenda convergente en los campos económicos y del desarrollo, así como una visión compartida en varios temas de la agenda internacional, además de percibir la inserción global de Estados Unidos con una cierta desconfianza. Tanto para China como para Rusia, la neutralidad de una red ampliada de socios - que, por diversas razones, se ve obligada a posicionarse abiertamente contra los Estados Unidos - puede ser de gran valor en un eventual contexto de sanciones económicas.
Por último, la forma en que Estados Unidos y la Unión Europea han ignorado las preocupaciones de seguridad de Rusia durante al menos dos décadas, y que se han desarrollado en la invasión de Ucrania por parte de los rusos, puede haber llevado a los chinos a adoptar demostraciones estratégicas de fuerza para defender sus intereses en el Mar del Sur de China, en particular Taiwán. En ese contexto, la visita de Nancy Pelosi sirvió para elevar aún más la tensión entre China y Estados Unidos.
En respuesta, el gobierno chino inició una serie de ejercicios militares con el objetivo de proyectar su poder militar hacia Taiwán. Además, Pekín anunció la cancelación de reuniones y conversaciones con autoridades estadounidenses en las áreas militares y de defensa; así como la suspensión de la cooperación sino-americana en las áreas de repatriación de inmigrantes ilegales, de asistencia jurídica en cuestiones criminales, delitos transnacionales, cooperación antidrogas y negociaciones sobre cambio climático. El gobierno taiwanés percibe esta escalada, por su parte, como un intento de Pekín de desestabilizar el Poder Ejecutivo en Taipei, que también reaccionó con ejercicios militares.
Además de la escalada militar en las relaciones EE.UU.-China-Taiwán, la situación preocupa porque sus despliegues hacia el comercio global pueden imponer costos para todo el planeta, que ya sufre con la espiral inflacionaria resultante de la guerra en Ucrania. En ese sentido, la eventual decisión por parte del gobierno chino de cerrar los espacios aéreo y marítimo de esa región elevaría aún más las preocupaciones comerciales y políticas por el hecho, por ejemplo, de los Estados Unidos considerar el estrecho de Taiwán un corredor marítimo y aéreo de aproximadamente 100 millas que no pertenece al mar territorial de ningún Estado.
En un momento en que el sistema internacional se ocupa de todas las dimensiones de los efectos adversos de la guerra en Ucrania, el aumento de la tensión entre China y Estados Unidos surge como un nuevo ingrediente para el deterioro de la actual ordenación global. Se trata de una peligrosa dinámica de relación positiva entre los actores: cuanto mayor sea el estrechamiento de las relaciones entre los Estados Unidos y Taiwán, fuera de lo establecido en los Comunicados Conjuntos EE.UU.-China y en las Seis Garantías, mayor será la represalia china sobre Taiwán, y mayor será la tensión en las relaciones China-EE.UU. Esta peligrosa dinámica puede llevar a Pekín a anticipar sus planes de reunificar Taiwán, en definitiva, a la China continental. Resultado que, ciertamente, contrariaría los intereses estadounidenses en varias dimensiones de su política exterior.
Robson Coelho Cardoch Valdez es postdoctorando en Relaciones Internacionales del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia (IREL/UnB), doctor en Estudios Estratégicos Internacionales (UFRGS) e investigador del Núcleo de Estudios Latinoamericanos/IREL-UnB.
Tradución | João Baptista Pimentel Neto
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