Las elecciones, el canto de sirena y la ausencia de debate programático
Es hora de ir más allá de la política de lo posible, de debatir, por lo tanto, el programa que guiará la candidatura de Lula (PT)
El canto de la sirena es poderoso: él arrastra a aquellos que se pierden de los objetivos más grandes. ¿Por qué, en este año electoral que se inicia, parte considerable de la izquierda brasileña insiste en no debatir el programa que será opuesto al del candidato neofascista en las urnas? Bajo esa pregunta, ensayo tres respuestas y trazo algunos comentarios.
Primeramente, una parte considerable de la izquierda brasileña esquiva el debate del programa porque muchos de sus intelectuales y organizaciones - y, así, también sus herramientas de comunicación, agitación y propaganda -, confían en que teniendo la "persona ideal", tendremos un programa ideal. Y, al confiar en la persona ideal, con la capacidad de implementar un programa ideal, son arrastrados y arrastran el conjunto de las fuerzas democráticas y populares.
Parte de la izquierda brasileña secundariza que la escena política es más que la figura al frente del palanque; siendo los acuerdos hechos en los bastidores, las propuestas contenidas en el programa que se sustenta bajo las alianzas de clases y fracciones de clase, que dirigen las políticas gubernamentales - desde el crédito y el incentivo a la familia campesina hasta los beneficios de los terratenientes, desde la inversión en políticas sociales hasta la apertura al capital financiero, y así sucesivamente.
Parte da esquerda brasileira secundariza que a cena política é mais que a figura à frente do Palanque; sendo os acordos feitos nos bastidores, as propostas contidas no programa que se sustenta sob as alianças de classes e frações de classe, que dirigem as políticas governamentais - desde o crédito e o incentivo à família camponesa até os lucros dos latifundiários, desde o investimento em políticas sociais até a abertura ao capital financeiro, e assim sucessivamente.

Ricardo Stuckert
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Lecciones del golpe de 2016
Parece que no aprendimos tanto del golpe de 2016, herida aún abierta, que depuso a la ex presidenta Dilma Rousseff (PT). No era simplemente su manera de hacer la política la causa del golpe, y tampoco la carta vejatoria de su vice, Michel Temer (MDB). Fue, sí, la crisis económica internacional y la incapacidad de este gobierno para dar respuestas a ella. Incapacidad por justamente estar preso a las reglas de la burguesía, que quería aumentar sus tasas de lucro, y abandonado por el conjunto de la clase trabajadora, que al paso que sentía los impactos del ajuste fiscal aplicado por el propio gobierno, no lo veía como motivo de movilización política en las calles, sobre todo aquellos sectores más precarizados, que migraron sus votos del Partido de los Trabajadores para Bolsonaro (elegido por el PSL, actualmente PL), dos años después.
He aquí el segundo motivo de parte de la izquierda brasileña para secundar el debate del programa. Se ignora la despolitización promovida por los gobiernos neodesarrollistas, por un lado, y, por otro, se guía por la creencia de que es posible volver a lo que experimentamos desde 2003 hasta 2016 (las redes sociales están llenas de esas expectativas), cuando Brasil crecía para la sexta mayor economía mundial y reducía la pobreza con políticas sociales de transferencia de renta, entre otros muchos factores que, evidentemente, cambiaron la calidad de vida del pueblo brasileño para la mejor.
Ocurre que la crisis económica se profundiza en nuestro país, combinada con las consecuencias devastadoras de las medidas neoliberales tomadas por los gobiernos post-golpe, tanto en el plano de la generación de empleo e ingresos como de la promoción de derechos. Además, se destaca la propia reducción de la calidad de vida del pueblo ante los efectos de la crisis sanitaria.
No tendremos un gobierno neodesarrollista en los moldes de 2003 hasta 2016. Frente a lo que se demuestra actualmente, tal vez un ensayo de lo que fue aquella experiencia: un gobierno de sesgo progresista, aún atado al trípode macroeconómico. Para reanudar ese programa, que está lejos de ser antiimperialista y antineoliberal, será necesario derogar todas las contrarreformas emprendidas por Temer y Bolsonaro y, además, impulsar una política de desarrollo económico en medio de la crisis internacional. Y aquí surge la pregunta: ¿queremos aquello, o ir más allá?
El papel de la clase obrera
Finalmente, imbricada con las dos respuestas presentadas, está el factor de la participación política de la clase trabajadora - comprendiendo la participación como algo más allá de un voto de confianza. Es un hecho que gran parte de la clase obrera brasileña, ante una historia marcada por la opresión y el silenciamiento, discute y participa de la política solo ante las elecciones. En esta misma dirección, es notable que parte considerable de la izquierda también aprendió a moverse políticamente solo en las elecciones, rumbo al voto y a los cargos institucionales, y se olvidó de la política perenne, hecha en los barrios, en el lugar de trabajo, en las universidades etc.
Elegir a un presidente progresista no necesariamente nos convierte en un país gobernado por los intereses directos de la clase obrera, de la misma manera que elegir al candidato que se opone directamente al neofascismo no nos liberará del neofascismo en las entrañas de la sociedad. Es necesario retomar la práctica del trabajo de base no solo para ganar y mantener un gobierno, sino sobre todo para guiarlo, contribuyendo con la transformación de la sociedad en corto, medio y largo plazo - yendo más allá del calendario electoral, de los cargos electorales, de la política electoral e institucional.
El canto de la sirena es poderoso: él arrastra a aquellos que se pierden de los objetivos más grandes. Es hora de ir más allá de la política de lo posible, de debatir, por lo tanto, el programa que guiará la candidatura de Lula (PT) y su vice.
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Permanecer en movimiento para que ocurran elecciones y el no cierre del régimen, y guiar la candidatura de Lula - la más capaz de derrotar al neofascismo en las urnas, y, aún, la más cercana a la izquierda - por un programa político que sea comprometido con los intereses de la clase trabajadora, por lo tanto, antineoliberal y antiimperialista, es una tarea esencial que debe ser emprendida por el conjunto de las fuerzas de izquierda, democráticas y populares: tarea que es responsable por el futuro de nuestro país, frente a las lecciones dejadas por el golpe de 2016.
Eduardo Rezende Pereira es Mestrando en Ciencia Política por la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), periodista, escritor y militante del Levante Popular de la Juventud y de la Consulta Popular.
Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente la opinión de Diálogos del Sur