La desobediencia civil agrava la mortalidad de Covid: ¿qué hace que el individuo no se proteja a sí mismo?
Los periódicos solo muestran los números, pero ¿cómo calcular el drama humano en cada hogar de los excluidos, los desempleados, los desanimados?
Hago estas reflexiones buscando entender porque la gente no respeta los protocolos de protección al contagio, la disciplina que sea.
Abrieron los bares en Rio de Janeiro, ya la gente se juntó sin los cuidados necesarios. Es lo que sucede en toda parte y va a ocurrir siempre que se relaje los controles del aislamiento.
¿Por qué sucede eso?
El analfabetismo funcional seguramente contribuye. La gente no entiende, sigue fácilmente a los otros, aún más si el otro es la autoridad máxima del país. Tiene que ver con la deseducación.
La sociedad de consumo, el pensamiento único neoliberal, el buscar ventaja en todo, exacerbación del individualismo, la pérdida del sentido del homo sociales, todo lo que lleva a ignorar al otro.
El otro no importa. Lo que importa soy yo. La desobediencia civil se ha normalizado. No respetar la fila, ultrapasar al otro, mirar hacia atrás y ofender, echar gasolina y prender fuego en un indio o un pobre, matar al otro por gusto o por plata…
El sujeto va en la frontera agrícola, quema la floresta, porque está pensando en sí mismo, no más. Sabe que es prohibido. No le importa un carajo que eso pueda cambiar el clima del mundo. No lo cree. Ciencia es cosa de comunista… ¿Se dan cuenta?
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La distancia social es una de las mejores armas para frenar la curva de contaminación por coronavirus
Crisis civilizatoria
Estamos frente a una crisis civilizatoria. Hay que recuperar la humanidad perdida, la sociabilidad perdida por el individualismo que le sirve al capitalismo de los pocos ricos.
Llama la atención la exclusión de las cotas en las universidades. Es correcto que esa cuestión siempre provocó polémicas, como ahora provoca polémica el aumento de la gente que vive en las calles.
Veo en los periódicos: la mujer del gobernador de São Paulo, João Dória, doña Lu, dice que no se debe dar comida a la gente que vive en la calle, porque se acostumbran…
Es una mentalidad fundada en el individualismo egoísta que encuentra amparo en el Viejo Testamento. El Dios de Moisés mandaba matar los que contrariaban a su veredicto. Cristo vino a poner orden en la casa. Cristo es la antítesis de Moisés. Vino a predicar un Dios misericordioso, que perdona.
Domingo oí una interesante exhortación del Papa Francisco, recordando Mateus, quien de hecho supo traducir el Sermón de la Montaña, en que Cristo define de quién es el reino de los cielos: de los pobres. Los excluidos, perseguidos, agraviados de todas las épocas. Cristo predica una humanidad fundada en el amor.
Democracia y cristianismo
No se puede llamar democracia donde una clase vive de la explotación de las demás. Tampoco se puede llamar cristiano aquel que no considera al otro como su igual, con los mismos derechos y deberes en la sociedad.
La exclusión social, desde el punto de vista cristiano, es el más grande de los pecados, pues genera otros. Capitalismo, por lo tanto, es pecado. Capitalismo mata.
El histórico de explotación y violencia es tan trágico como grande. Cuando aparece alguien golpeando aquel que siempre nos ha golpeado, la reacción natural es aplaudir. Es un salvador. En la simplicidad del pueblo, satisface un deseo reprimido de dar el vuelto, de venganza. Se forma el caldo de cultivo perfecto para el autoritarismo salvacionista.
Muchos curas y obispos de la Iglesia de Roma ya han percibido lo que está sucediendo con su rebaño e identifican al presidente con un grupo de bandidos. Pero siguen en el error de pensar que, sacando un ministro, o sacando al presidente, las cosas van a mejorar. Eso sucede solo para quién se esfuerza por la continuidad.
A cada día surgen datos nuevos sobre las secuelas de la tríplice crisis que azota al país. Interesante es ver que en el mundo de los ricos y remediados parece que no pasa nada.
En el mundo pobre, la gente quitar al desempleo y desaliento hacen duplicar los gastos de las familias. Quién tiene empleo acoge al desempleado. Hijos vuelven a vivir con los padres, que tienen que repartir sus menguadas jubilaciones.
Los periódicos sólo muestran números. Pero… ¿cómo calcular el drama humano en cada hogar de los excluidos, de los desempleados, de los desalentados?
¿Y quién no tiene familia a que recorrer? Muchos están volviendo para sus ciudades de origen. Pero para eso es preciso tener recursos. Basta mirar para ver la multiplicación de los que viven en la calle. Según Boulos, coordinador del Movimiento de los Sin Techo, ya suman 25 mil en la capital de São Paulo.
¿Cuántos serán en todo el Brasil? Hoy no hay ciudad en este país que no tenga un número expresivo de marginalizados.
De marzo a mayo, 8 millones perdieron su empleo y han sido extinguidos dos millones de puestos de empleo formal. En el trimestre, 6 millones aumentarán las filas de los informales. Filas en las agencias de la Caja de Ahorros para cobrar los 600 reales de ayuda del gobierno que no alcanzan para nada, pero que aún deberán ser reducidos.
¿Cómo evaluar el drama del joven que tiene que abandonar su curso universitario en facultades privadas porque con la crisis y el desempleo no tiene condiciones de seguir pagando?
Entre abril y mayo, 235 mil estudiantes desistieron, tuvieron que abandonar su curso por falta de condiciones. En junio y julio ¿cuántos más habrán desistido?
Es la juventud… es el futuro del país que está en juego. ¿Qué va a pasar con esos jóvenes? Educación es un derecho humano consagrado y es deber del Estado dar una buena educación para todos, dar una buena asistencia de salud para todos.
Mientras tanto, la Junta Militar que ocupa o gobierno promueve un aumento de 73% en beneficio propio. Aprovecharse de un cargo público para su propio beneficio es crimen de peculado. Pero no es solamente eso.
Además del régimen especial de previdencia, 345 militares ocupando cargos en los consejos de las empresas estatales reciben prebendas que cuestan nada menos de R$ 18 millones al año.
Hay que recordar que durante la campaña los militares decían que iban a moralizar la administración pública. Lo que hicieron fue una ocupación de cargos y salarios.
Paulo Cannabrava Filho, Periodista - Editor de Diálogos del Sur