El pogrom de cristianos: El estúpido argumento usado desde el tiempo de las cruzadas
El nacionalismo árabe y la defensa intransigente de la Palestina libre son ideas visceralmente ligadas a los líderes de orígenes cristianos de Oriente Medio
El fantasma del pogrom de cristianos del Medio Oriente es un argumento usado con mucha frecuencia para maniobrar lealtades de poblaciones enteras. Desde los tiempos de las cruzadas romanas y bizantinas, pasando por las embestidas francesa, austríaca y británica el siglo XIX, hasta la forma contemporánea de discurso sionista neopentecostal, la supuesta “defensa de la fe cristiana” viene siendo evocada. La formación de Líbano, de la Siria y la propia invasión sionista de la Palestina implican en esa maniobra. Particularmente, así como millones de árabe-brasileños, crecí oyendo un mito falsificado. Por parte de padre vengo de familia libanesa (maronita) y aun habiendo sido formado políticamente por un abuelo pan-arabista y pro-Palestino, el discurso de la cancillería francesa entraba en el imaginario de los hijos, nietos y bisnietos de la primera lleva que desembarcó del navío inmigrante.
En la madurez (etaria al menos), cuando retomo la investigación de las raíces y de la formación de Líbano moderno, redescubrí el obvio. Además del sectarismo, hubo una lucha campesina de proporciones épicas en el Monte Líbano. Antes, una revuelta árabe en la Palestino protagonizada por campesinos (fellahs) sella el destino de los pueblos hasta la conspiración Sykes-Picot-Sazanov (https://www.riuni.unisul.br/handle/12345/11878). Veamos la confluencia de la conspiración europea, la incompleta modernización otomana y la lucha justa de las familias campesinas árabe-libanesas.

Grand Bazaar
Monte Líbano de los años 1920
Sectarismo, rebelión campesina e intervención europea
En 1842, los representantes europeos junto al Imperio Otomano convencieron al sultanato de Abdulmejid I sobre la necesidad de la división de la parte céntrica y norte del territorio que forma Líbano moderno en dos gobiernos locales. El doble gobierno, Qaimaqamate, en la denominación de las autoridades otomanas, antecede el concepto de Mutasarrifate (equivalente al gobierno de un conjunto de distritos). Este sería subordinado a un gobierno más amplio, de una región entera (cómo lo Levante), denominado de Vilayet (según nivel más importante de la administración otomana). Esta denominación, iniciada en la reforma administrativa de 1861, marca una de las fases del periodo Tanzimat – lo de la modernización otomana (http://www.revista.pucminas.br/materia/os-cem-anos-do-fim-do-imperio-otomano/) – donde ya había una idealización eurocéntrica en las estructuras decisorias.
El gobierno de una microrregión (de distritos) acostumbraba atender tanto el perfil demográfico como la permanencia de las estructuras de poder territorial, en que la población campesina garantizaba obediencia a los señores de tierra locales, bajo el liderazgo de una especie de consorcio de sheikhs propietarios. Dos gobiernos locales fueron establecidos. Uno en la cuota norte del antiguo Emirato del Monte Líbano, bajo un Qaimaqam (gobernador) maronita y aliado de melquitas. Otro, más al sur, de mayoría drusa. Ambos subordinados formalmente al gobierno de Sidon, pero en la práctica bajo la tutela militar de Damasco.
Con la división en dos gobiernos sectarios de estructuras oligárquicas y concentradoras de renta, el campesinado no sólo era explorado en su fuerza de trabajo, como también debía “obediencia” a quién le oprimía. En 1834, la gran rebelión árabe en la Palestina, protagonizada por fellahs y algunos jefes de clanes revoltosos generó el ejemplo que la Cananea y el Levante necesitaban (DOI:10.5743/cairo/9789774162473.003.0005). En 1858, el impacto desala gran rebelión se materializa bajo el liderazgo de Tanyus Shahin, un condutor de mulas y líder nato de los pagadores de tributos a los “nobles Khazen” (https://medium.com/@rasha.elhallak/the-1858-tanios-shahin-revolt-and-its-implications-on-lebanons-pluralistic-society-10a6d187b301). La masa campesina y sus guerrillas irregulares consiguieron establecer una República en el Distrito de Kersewan (capital Jounieh), de mayoría maronita. Cuando la lucha se expande para el territorio de mayoría drusa, la lealtad sectaria supera el interés de clase.
No para ahí. En el inicio de los dos Qaimaqam, el gobierno de mayoría maronita tenía relaciones privilegiadas con Francia. Ya el gobierno druso era bien relacionado con el Imperio Británico y también tenía mejores conexiones en Damasco e Estambul. Desde 1523 había un “acuerdo” que aseguraba Francia como potencia “protector de las poblaciones cristianas del Monte Líbano”. Como afirmado arriba, la revuelta campesina cuando llegó al territorio de la “montaña drusa” aumentó la tensión sectaria y accionar las lealtades externas. El año de 1860, una correlación de fuerzas sectarias desfavorable llevó a la gran masacre de 1860, teniendo como blanco la población cristiana. Francia fue vista como la única salida de los “católicos del Oriente”. El siglo XIX, Napoleón III hizo la misma demanda, dejando evidente que el tratado informal de protección aseguraba garantías para la población maronita y sus estructuras de poder. Resultado: en agosto de 1860 más de 12 mil soldados europeos invaden lo Levante, bajo el aval del 31º sultán otomano.
Vale observar un “detalle”. Quién más incentivó la división del Emirato del Monte Líbano en dos gobiernos sectarios fue el ministro de relaciones exteriores del Imperio Austríaco (casa de los Habsburgos), el canciller Klemens von Metternich. El sectarismo prevaleció, además de la injusticia en el control de tierra, tributación y alistamiento para campañas de guerra o defensa de los nobles Khazens. La revuelta campesina es derrotada en 1861, pero deja su ejemplo. Ya el fantasma de la intervención de cruzados en el Levante permanece operando como un estúpido discurso de legitimación del imperialismo. El Emirato del Monte Líbano (http://periodicos.pucminas.br/index.php/coyuntura/article/view/23860), disuelto para dar lugar a los qaimaqan maronita y druso, aunque mantuviera el poder de la “nobleza levantina”, tenía relaciones de vasallaje con Estambul y en la última fase, era regida por la dinastía Shihab, clan no sectario. Como siempre la maniobra se repite. Cuando las tropas de Bush Jr. entraron en Bagdad, el año de 2003, una de las primeras metas era romper el tejido social compuesto de más de un millón de familias con credo religioso plural.
Estimular el sectarismo e intentar la vinculación de los cristianos de origen árabe como apoyadores de los invasores europeos es parte de la línea del enemigo imperialista.
La población de credo cristiano en Líbano, Siria y Palestino es fundamental en la resistencia
No podemos negar la historia del Grande Medio Oriente, Levante y Palestina. Sería incorrecto afirmar que jamás hubo conflicto sectario, así como es un absurdo el argumento sionista de que la Palestino sería “una tierra despoblada”. El mismo se da en la pertenezca de los ritos y comunidades cristianas del Oriente. Fecha del año 1000 después del asesinato por Roma del profeta Issa (el “brimo” Jesús, palestino), luego ni la ortodoxia bizantina y ni el apostolado romano son más antiguos del que la cristiandad que después se hace arabizada.
La inmensa mayoría de la colonia árabe en Brasil tiene orígenes levantinas y cristianas, y el mismo se da en América Latina, incluyendo la vigorosa comunidad palestino en Chile. Este baluarte palestino al sur del mundo, cariñosamente llamada de “los baisanos”, igual sobrenombre del glorioso Club Deportivo Palestino (https://palestino.cl/), es blanco de permanente campaña externa intentando asociar las familias inmigrantes de la Palestina exclusivamente a las fugas de la persecución y de los pogroms sectarios. Como ya afirmado en artículos anteriores, el movimiento nacional árabe, el nacionalismo árabe y la defensa intransigente de la Palestina liberada son ideas visceralmente conectadas a los liderazgos de orígenes cristianos de Medio Oriente. Ser de origen cristiano no es sinónimo de apoyador del imperialismo europeo, aunque, infelizmente, exista una relación histórica del falangismo libanés con la potencia francesa y, en tiempos recientes, con los anglo-sajones (http://memoria.bn.br/pdf/089842/per089842_1958_20031.pdf).
Antes de terminar ese texto descubrí la serie libanesa Tharwat Al Fallahin (Rebelión Campesina o Peasants Rebellion, https://www.lbcgroup.tv/episodes/1154/thawrat-alfalahin/en) de la productora Eagle Films, disponible en algunas plataformas de contenido, incluyendo el YouTube abierto. La obra de 2018, de la autora Claudia Marchalian, es una dramatización de la lucha campesina en el Monte Líbano de la década de 1850 y debería ser asistida por toda la descendencia árabe latino-americana. La imagen que ilustra el artículo muestra la presencia de la guerrilla irregular de la República Campesina de Kersewan, los fellahs rebeldes de tradición árabe-maronita.
Bruno Beaklini (Bruno Lima Rocha Beaklini) es militante socialista libertário de origen árabe-brasileira y editor de los canales de Estratégia & Análise, la análisis política para la izquierda más a la izquierda. Colaborador de Diálogos del Sur
Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente la opinión de Diálogos del Sur
Edición: João Baptista Pimentel Neto