Gobierno de Jair Bolsonaro desea más capitalismo y sin huellas de izquierda
La falta de un programa dificulta la identificación de objetivos concretos de ese gobierno de orientación de extrema derecha
La educación en casa, la inclusión de la capitalización individual en la previsión social y la ampliación en el acceso a armas de fuego son medidas del nuevo gobierno de Brasil que indican su opción por más individualismo en la sociedad.
Son elementos puntuales que no diseñan el nuevo proyecto de país que el presidente Jair Bolsonaro, de extrema derecha, y su equipo ministerial pregonan que pretenden desarrollar durante su mandato de cuatro años, aunque sus discursos apunten para un capitalismo purgado de políticas que tildan de “comunistas”.
La falta de un programa dificulta la identificación de objetivos concretos de ese gobierno, elegido en octubre de 2018 tras una campaña sin debates entre los candidatos. Su orientación de extrema derecha aparece más en lo que rechaza que en acciones afirmativas dispersas.
“Tenemos que desconstruir muchas cosas, deshacer, antes de empezar a hacer”, dijo el presidente el 18 de marzo durante su visita a Estados Unidos, atribuyéndose el papel de “punto de inflexión” para “libertar Brasil de la ideología nefasta de la izquierda” que estaba, según él, conduciendo el país “hacia el socialismo, el comunismo”.
Crédito: Antonio Cruz/ Agência Brasil
El presidente Jair Bolsonaro, en el centro en primera fila, con 16 de sus 22 ministros
Este país de 208 millones de personas y dimensiones continentales estuvo gobernado entre 2003 y 2016 por el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), primero con Luiz Inácio Lula da Silva y después con Dilma Rousseff.
Extinguir decenas de consejos, foros y comisiones que influyen en la gestión pública representa el inicio del desmantelamiento de mecanismos creados anteriormente para promover la participación y control social del gobierno.
El decreto firmado por Bolsonaro al cumplir sus primeros 100 días en el poder, el 11 de abril, fija el 28 de junio para suprimir los órganos colegiados que los ministros consideren descartables. Reducir gastos y burocracia justifica la medida, además de alejar activistas que traban el desarrollo usando tales foros, los “soviets del PT”, según el presidente.
La heterogeneidad de las fuerzas en el poder puede ser un escollo a la definición de rumbos en la construcción.
“Identificamos 16 distintos perfiles de adeptos a Bolsonaro, con motivaciones y expectativas discrepantes. La hipótesis que adoptamos es que el presidente opera como un calidoscopio”, destacó Isabela Oliveira Kalil, profesora da la Escuela de Sociología y Política de São Paulo, sobre una investigación realizada junto con el Observatorio de Sexualidad y Política.
Más allá del combate a la corrupción, la ideología de género y el comunismo, “parece haber un proyecto de contornos neoliberales, leído de formas diversas por la población. Digo contornos, porque puede ser un proyecto de liberalismo para los pobres pero intervencionista y proteccionista para los ricos”, apuntó a IPS.
La orden de Bolsonaro, el 11 de abril, de suspender una prevista alza de 5,7 por ciento en los precios del diesel, ante el riesgo de repetirse la huelga de transportistas que ocasionó graves daños en 2018, es “emblemático”, según esta doctora en antropología social que estudia los movimientos ultraderechistas brasileños desde 2016.
La intervención del presidente en el caso del diesel sorprendió a los inversionistas y a su ministro de Economía, Paulo Guedes, derrumbando las acciones de la empresa petrolera Petrobras, que perdieron 8.200 millones de dólares en su valor de mercado.
“Destacaría también la cuestión de la seguridad pública. La extrema derecha se aprovecha de la sensación de inseguridad de la población para presentarse como grupos que solucionarán los problemas”, acotó Oliveira.