Naves insignias del lawfare

Clarín y La Nación, las dos naves insignia del lawfare (guerra jurídica), prácticamente no cubrieron el desarrollo del proceso. Durante tres años ni aparecieron y cuando aparecían era con títulos que nada tenían que ver con la realidad, afirmó.

El titular del Senado dijo que, durante los últimos años, Se revelaron acciones de extorsión, espionaje, persecución de líderes sindicales y la manipulación, estimulados por el macrismo.

Afloró un sistema judicial totalmente articulado con los servicios de inteligencia, creado y dirigido desde la Casa Rosada por Macri y Fabián Rodríguez, el único dirigente político prófugo, aseguró.

Ningún peronista escapó cuando nos persiguieron, amenazaron y encarcelaron. Ellos huyen en la primera cita que tienen, dijo.

Por otro lado, aseguró que los fiscales no tienen ninguna evidencia contra ella y por eso adoptan el guion de los medios y comienzan a buscar pruebas en otros procesos, cuya introducción en la causa fue autorizada en la última audiencia del debate oral.

No obstante, explicó que las materias presentadas "demuestran que, además de mentirosos, no trabajan ni leen".

Fernández resaltó la asociación ilícita entre funcionarios macristas y empresarios de obras públicas, la malversación de los recursos públicos y la discontinuidad de las argumentaciones necesarias.

Cuando empezaron a tirar del carrete pararon, porque aparecieron pruebas contra ellos. No continuaron investigando porque no les convenía, indicó.

Ecuador, Bolivia y Brasil

En América Latina ya no hay partidos militares, sino un (partido) judicial. El lawfare en Ecuador, Bolivia y Brasil es para desplazar, estigmatizar y anular a los gobiernos populares. En Argentina, van un poco más lejos y protegen a los que verdaderamente roban en el país, afirmó.

También indicó que el período de prisión que piden para ella es por los 12 años de mandato de Néstor Kirchner y de ella (2003-2015), "los mejores gobiernos que ha tenido Argentina en las últimas décadas".

Así que me van a estigmatizar y condenar, pero si hubiera nacido 20 veces, 20 veces habría hecho lo mismo. Me preocupa mucho que intenten castigar a la dirección política para que nadie se anime a hacer lo mismo, dijo.

Tomé la decisión de recuperar el patrimonio de los argentinos y eso no me perdona, pero no me arrepiento. Sé que mi condena está escrita. Es necesario que nosotros que creemos en la posibilidad de cambiar algo pensemos sobre lo que está sucediendo, dijo.

También advirtió: "No vienen detrás de mí sino de ustedes (los ciudadanos), por los derechos de los trabajadores y de los jubilados".

Expresan apoyo a la vicepresidenta argentina Cristina Fernández

Venimos a apoyar a la ex presidenta que tanto ha hecho por los pobres, afirmó hoy Nancy Leire, que llegó al frente del Congreso argentino junto a cientos de personas para expresar su apoyo a Cristina Fernández.

En declaraciones a Prensa Latina, Leire afirmó que el pueblo debe ir a las calles para impedir que condenen a la vicemandataria, víctima de una persecución política, mediática y judicial.

No podemos permitir que la arresten porque nos puede pasar lo mismo. No hay Estado de Derecho. Todo es un desastre. No queremos una justicia que no cumple su papel, afirmó.

No hay ninguna prueba para que Cristina vaya presa y, sin embargo, quieren que cumpla 12 años de prisión. Es incomprensible. Todo lo que nos dio a los pobres, a los abuelos, es algo que no se olvida, agregó

Desde el comienzo de la mañana, comenzaron a reunirse frente a la sede del legislativo seguidores de la ex jefe de Estado, que decidió presentar sus argumentos en una transmisión en vivo después de que le negaran la posibilidad de defenderse en el proceso contra ella.

Escuché su discurso. Lo que más me impresionó fue que expuso los vínculos entre empresarios, funcionarios y Mauricio Macri (ex presidente). No se menciona ni una sola vez. ¿De qué asociación ilícita hablan? No hay ninguna prueba que la incrimine, afirmó Leire.

Más tarde agradeció a los que fueron a acompañarla "por el amor de siempre".

Alrededor del Congreso se oían todavía consignas contra el lawfare y la persecución.

¡Si tocan a Cristina, qué lío se armará! , cantaban los manifestantes.

Redação Prensa Latina

Traducción de Ana Corbisier

Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente la opinión de Diálogos del Sur

En su afán de sumar adeptos para cambiar el anquilosado sistema soviético, Gorbachov se enfrentó al sector más conservador de la plana mayor del PCUS, encabezado por Yegor Ligachov, pero también tuvo influyentes aliados como Aleksandr Yakovlev y, en medio de ese pulso ideológico, protegió a un entonces defenestrado Boris Yeltsin, quien terminó siendo su gran adversario en la batalla por el poder, lo cual tendría nefastas consecuencias para la existencia misma del país.

El nuevo pacto federal propuesto por Gorbachov y que estaban a punto de firmar la mayoría de las repúblicas soviéticas –salvo las tres bálticas que se incorporaron a la URSS producto del vergonzoso protocolo adicional secreto del pacto Molotov-Ribbentrop antes de la Segunda Guerra Mundial y en ese momento, agosto de 1991, ya tenían un pie y la mitad del otro fuera de un proyecto de convivencia común– se frustró con un intento de golpe de Estado.

El fallido putsch fracasó tres días después y, mientras Gorbachov estaba secuestrado por los golpistas en Crimea, fortaleció la figura de Yeltsin que supo aprovechar la coyuntura para encabezar la resistencia, movilizar a sus seguidores y contribuir a que un sector del ejército cambiara de bando. 

Apenas unos meses más tarde, proscrito el PCUS, Yeltsin forzó la creación de la Comunidad de Estados Independientes, junto con los líderes de Ucrania y Bielorrusia, lo que llevó a Gorbachov a dimitir la Navidad de ese año, en un emotivo discurso de despedida, mientras se izaba la bandera roja con la hoz y el martillo del gran palacio del Kremlin.

Semanas más tarde, cuando ya se habían separado los tres bálticos, se adhirieron las repúblicas centroasiáticas y caucásicas, lo cual dio la puntilla a la Unión Soviética, disuelta en doce países independientes que comenzaron un caótico periodo de transición para desmontar el sistema socialista y, tras repartirse injustamente las riquezas del país, sustituirlo con el actual modelo de capitalismo de Estado.

Desde el 25 de diciembre de 1991, mientras en el exterior Gorbachov todavía era una figura reclamada hasta hace unos años, dentro de Rusia comenzó a estar cada vez más relegado, sobre todo a partir del golpe que sufrió con la muerte por leucemia de su esposa, Raisa, en 1999. Tres años había hecho un último intento por participar en la política rusa y presentó su candidatura en las elecciones presidenciales de 1996, intento que se recuerda por dos hechos: la cachetada que le dio una mujer en un acto de campaña y el resultado que obtuvo: que apenas llegó al 1 por ciento de los votos.

Gorbachov vivía solo –con una enfermera, una cocinera y un asistente que lo cuidaban– en su dacha, casa de campo que le correspondía por haber sido presidente de este país, y era accionista del periódico Novaya Gazeta, ahora cerrado por denunciar los escándalos de corrupción en Rusia.

Hasta sus últimos días, conforme aumentaban sus dificultades para moverse, mantuvo la lucidez y, aunque cada vez eran menos frecuentes sus entrevistas o declaraciones, advirtió el peligro de una guerra nuclear y la necesidad de sentarse a negociar las divergencias, por grandes que éstas sean.

Gorbachov será enterrado, junto a la tumba de su esposa Raisa, en el cementerio moscovita del monasterio de Novodievichy, no lejos de donde reposan los restos de su némesis, Boris Yeltsin.

Juan Pablo Duch | Corresponsal de La Jornada en Moscú.

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